El vallenato: ¿Música folclórica o popular tradicional?
Apuntes para un debate necesario
Abel
Medina Sierra (Círculo de investigadores de la música
vallenata
y del Caribe CORALIBE) (soycoralibe@yahoo.es)
En
el imaginario colectivo de quienes participan de la producción,
divulgación y disfrute de la música vallenata está
arraigada como
verdad
inapelable y absoluta la certeza de que el vallenato es una
expresión
meramente folclórica. Tras esa naturalización se enarbolan
banderas
y se construyen escudos de salvaguarda de
la
“autenticidad”
y la “tradición” pues ése carácter vernacular la hace
representativa
y “típica” de una comunidad y toda alteración de sus
componentes
degrada el ideal de La cultura de la que es referente.
“Hay
que defender el folclor”, “el folclor se está
acabando” son
expresiones
recurrentes que se escuchan a los investigadores,
gurúes, melómanos y muchos músicos de corte
tradicionalista.
Queremos ofrecer referentes conceptuales que ayuden a
moderar el
paradigma
canónico, folclorista y esencialista,
que poco tolera el
hibridismo
(que hace parte de la esencia vallenata
en cuanto
expresión
criolla o triétnica) y solo considera auténtico y revelador de
identidad
el vallenato de generaciones anteriores.
Para ello es
preciso,
inicialmente enfatizar un aserto que comienza a cobrar
importancia
pero que no es aceptado por muchos vallenatólogos: el
vallenato no es música folclórica sino música popular
tradicional.
Esta valoración no es inédita pues ya voces autorizadas
como
el más importante musicólogo colombiano, Egberto Bermúdez
(2006),
así como la luminaria y más representativo
estudioso de la
cultura
popular del país, Jesús Martín Barbero (1998) lo han
sostenido
en sus escritos.
A
pesar que ésta música de origen campesino, criollo y oral a veces
presenta
rasgos de un inicio de inspiración o raíz
folclórica, desde el
mismo
momento en que los empresarios del sonido como Toño y
Curro
Fuentes y las radiodifusoras de la Costa Caribe encontraron en
esta
música provinciana un vitalismo que
sirvió para tropicalizar el
gusto
musical nacional (hasta entonces
andino), el vallenato tomó el
tinte
como música popular. En su
ensanchamiento territorial fue
negociando
elementos discretos e interpelando
identidades hasta
volverse
música popular nacional, con impacto tanto rural como
urbano,
y de oralidad más secundaria (la sustentada en los medios)
que
primaria.
Para
explorar la adscripción de la música vallenata en uno u otro tipo
de
música, partamos del desglose de los atributos que suelen
acompañar
a las músicas vernaculares o folklóricas
según los
parámetros
académicos:
• Su
inserción en la sociedad, en su origen, tiene que ver con
ritos,
ceremonias y situaciones de vida que le aseguran su
autenticidad
y su espontaneidad creativa
• Su
práctica está vinculada a la socialización familiar y vecinal
• Es la
música que se transmite por tradición oral, es decir,
carece de
notación escrita, y se aprende de oídas.
• La
relación entre músico- público se da generalmente cara a
cara
• Su
producción, circulación y recepción son independientes del
mercado.
• Ha sido
compuesta en su mayoría por individuos que
permanecen
en el anonimato o cuyo nombre no se recuerda.
• La
interpretan miembros de la comunidad que no son músicos
profesionales.
• La mayor
parte consta de una melodía sin acompañamiento
armónico y
un ritmo asociado a las danzas o en función del uso.
• Es
funcional, se utiliza para alcanzar algún propósito no musical
o acompañar
actividades relacionadas con el ciclo del calendario
y con
acontecimientos claves en la vida de una persona, así
como con
actividades como los rituales, la crianza de los hijos,
canciones
infantiles, de trabajo (siembra y recolección),
religiosa o
mística.
• Los
instrumentos tienen una función secundaria y su misión es
acompañar al
canto y la danza: formas sobre las que suele
articularse.
• El ideal
del instrumentista es reproducir los matices de la voz.
• Como
expresión sonora de las masas preferentemente rurales y
sin
educación musical surge en oposición a la llamada ‘música
culta o
clásica’.
• Ha
desarrollado variantes que cambian de forma gradual (quizá
más allá de
lo reconocible) y coexisten en muchas formas.
• Dado que
son muchas las personas que participan en
la
determinación
de la forma de una canción, este proceso se
llama
recreación colectiva.
• La música
folclórica suele recibir también influencia de la
música culta
y de la popular de los centros más cercanos
(ciudades).
• A menudo
funciona como una especie de remanso cultural que
conserva,
durante largos periodos, las características de una
forma
musical más antigua.
• También
puede definirse como la música con la que las
minorías
étnicas se sienten identificadas.
• Es no
institucionalizada pues suele florecer fuera
de
instituciones,
como las escuelas, las iglesias, las industrias
culturales.
• Es un
fenómeno localizado, circunscrito a un ámbito geográfico
reducido y
homogéneo culturalmente
Como podemos
apreciar en un mero ejercicio mecánico, la música
vallenata en
sus actuales circunstancias de producción, circulación,
distribución,
uso y consumo está lejos de ser un producto musical
localizado,
revelador de pertenencia étnica, anónimo, está desligado
de funciones
culturales distintas al esparcimiento, y
su circulación va
más de la
mano de los medios de comunicación que de la oralidad,
para solo
señalar algunos aspectos. Si tomamos
estas características
tendríamos
que el Caribe colombiano, expresiones como el chicote de
los
indígenas de la sierra nevada de Santa Marta en su variedad
ritual, el
jayeechi o canto oral de los wayuú y el
lumbalú o canto
funerario de
los palenqueros serían claros ejemplos de músicas
folclóricas.
La academia
por mucho tiempo miró con recelo y soslayo este tipo de
música al
que consideraba ligera, de poco valor estético y poco
resistente a
un estudio riguroso. Solo hacia los 70´s
emerge la
Musicología
Popular en Latinoamérica y el hemisferio Norte y se
tomaría
seriamente las músicas populares como objeto de estudio.
Juan Pablo
González (2001) ex presidente de la Rama
Latinoamericana
de la Internacional Association for
study of Popular
Music
(IASPM) reconoce que veinte años más
tarde, este campo para
el estudio de la música popular ya se ha consolidado con tres
congresos
interdisciplinarios sobre el tema y demuestra
la
importancia
de un “campo de estudio que durante años fue tierra de
nadie y que
hoy parece ser tierra de todos” (P.58)
Sobre lo
que se entiende por música popular, no
existe una exclusiva
y única
definición, sino que, más bien, un conjunto de
aproximaciones
que permiten conformar una definición más precisa
que valore
la riqueza y variedad de la música popular. Según el
investigador
musical chileno Santiago Aránguiz Pinto (2006)
la visión
de la
academia no será la misma que la de los propios creadores o
ejecutores
de este género musical. “Por lo general, la academia ha
mirado con
recelo, sospecha e indiferencia a la música popular, entre
otras
razones, por su carácter masivo, híbrido, pues cultiva un
repertorio
musical simple y efímero, carente de prestigio, "ordinario",
impuro, sin
valor, indigno para presentarse en escenarios sociales
cultos o
intelectuales”. Despectivamente, a esta música se le llamó,
en distintas
oportunidades, música "de consumo", "comercial" o de
"masas",
negando, por consiguiente, cualquier aporte estético o
artístico
que pudiera tener.
Las
condiciones que más parecen distinguir este tipo de música
de
la culta y
folclórica son la de circunscribirse a
la ajetreada vorágine
urbana y,
por otra parte, vincularse a los medios
de comunicación y
a la
sociedad de masas. Corresponde a un tipo de música
mediatizada,
masiva e influida por lo moderno, alimentada de la
aparición de
la industria cultural, los avances tecnológicos, la
publicidad,
el surgimiento, validación y divulgación del disco, la radio
y el cine.
“No es posible, por lo tanto, comprender la música popular
sin la
presencia de estos factores, puesto que son
ellos quienes
orientan,
norman y definen qué se entiende por música popular”.
(ARÁNGUIZ.
IBID)
Una más
completa caracterización de la música popular que recoja
atributos
señalados por diversos musicólogos e investigadores como
Carlos Vega
(Argentina), Santiago Aránguiz y Juan Pablo González
(Chile),
Olavo Olén (Cuba), Silvia Martínez
(Cuba) y aportes de este
servidor se
desglosa a continuación. La música popular es, entonces:
•
Básicamente urbana (en la orientación de su producción y en su
audiencia),
•
Interpretada fundamentalmente por profesionales o
aficionados,
con o sin una consciencia intelectual de
su trabajo
• Difundida
principalmente a través de los medios de
comunicación
de masas y las industrias discográficas:
mediatizada
en las relaciones música/público y no cara a cara
• Sus
elementos son fácilmente trasladados a los medios de
difusión
masiva lo que puede aislar sus componentes musicales
de los
comportamientos sociales donde se manifiestan
• Es
producida y consumida por masas, llega a globalizar
sensibilidades
locales y crear alianzas suprasociales y
supranacionales
(González, 2001)
• Es un tipo de música creada para ser vendida
•
Funcionalmente están más consagradas al esparcimiento y al
espectáculo
(parranda, caseta, concierto, discoteca, festival por
ejemplo)
• Su
integración social se debe a que está directamente ligada al
baile, a la
expresión de sentimientos, al perfilamiento de la
juventud
como instancia nueva que comienza a tener su propia
cultura,
diferente a la de otras edades y a la
posibilidad de
acompañar
casi todas las actividades humanas (música de
"fondo",
como se dice).
• El medio
instrumental básico es la orquesta, banda,
combo o
conjunto con o sin voces
• Se
comercializan (objeto de consumo) a través de vías muy
concretas y
se difunden gracias a los medios de comunicación
de masas. En
forma de impresos (partituras y cancioneros),
grabaciones
(discos, cintas, películas) y emisiones (radio,
televisión,
sistemas de megafonía), y por ello
es fácilmente
reproducible
• Es música
moderna en cuanto por su relación con la tecnología,
las
industrias culturales y las comunicaciones
• Está
sometida a cambios y permanentes readecuaciones
• Conserva
ciertas características de la música folclórica.
Por su
parte, al margen de la música clásica occidental, el
etnomusicólogo
español Ramón Pelinski (1997) distingue
tres tipos
de músicas: las
étnicas, tradicionales o territorializadas (música
indígena o
negra como el chicote o el lumbalú) en
primer lugar; las
músicas
populares, masivas y de gran difusión comercial (como el
vallenato,
la salsa o el merengue) en segundo lugar, y sitúa entre las
dos
anteriores las músicas de fusión, desterritorializadas y posétnicas
(son las llamadas World Music, World
beat, Etbnopop, New Age, Sono
mondiale y
habría que incluir hoy el rock, el pop y
el Chill out). Éstas
últimas “son
músicas -y prácticas musicales- que nacen de la
hibridación
de estilos musicales (étnicos) del Tercer mundo con las
músicas
afro-americanas de difusión masiva, (o también, con un poco
de suerte,
de la fusión de músicas regionales europeas con otras
músicas).
Estas músicas híbridas son las que
tratan de combinar el
sentido para
las diferencias musicales del mundo con “el sentido para
lo igual”,
son una producción mestiza sin el
aura de unicidad
territorializada.
Volviendo
al concepto de música popular, este
recibe en algunos
sectores
académicos la denominación de mesomúsica,
un término
propuesto
por el músico e investigador argentino Carlos Vega en la II
Conferencia
Interamericana de Musicología celebrada en
Bloomington,
en abril de 1965, y que sería
incorporado en 1992 a
prestigiosas
enciclopedias como la EPMOW (Encycloped of popular
music of the
World). Para Vega la mesomúsica es el
conjunto de
creaciones
funcionalmente consagradas al esparcimiento (melodías
con o sin
texto), a la danza de salón, a los espectáculos, a las
ceremonias,
actos, clases, juegos; adoptadas o aceptadas por los
oyentes de
las naciones culturalmente modernas. Según esto
la
mesomúsica
no es una música definitivamente occidental sino una
"música
común", pueden existir focos excéntricos con dispersión por
extensas áreas.
”La
mesomúsica, entonces, convive en los espíritus
de los grupos
urbanos al
lado de la "música culta" y participa en la vida de los
grupos
rurales al lado de la música folklórica” (1997)
En lo que
respecta a sus características propiamente musicales Vega
señala que
la mesomúsica en conjunto, es técnica y
estéticamente
conservadora.
Reproduce en sus repertorios hasta hoy giros
melódicos y
armonías de hace por lo menos siete siglos, recoge
influencias
posteriores y acepta elementos primitivos y modernos.
”Sus
expresiones son melodías acompañadas mediante
recursos
armónicos no
experimentales o avanzados, sino modernos vigentes o,
más
generalmente, por sencilla armonía elemental, muchas veces
empírica.
(…) La tonalidad de la mesomúsica abarca todos los modos
mayores y
menores occidentales. La base rítmica de la mesomúsica
es el pie
occidental (no los modos rítmicos), en sus dos formas (pie
binario, pie
ternario) y en todas sus fórmulas”(IBID).
El
musicólogo cubano Olavo Alén Rodríguez (2004: 2) nos ayuda a
esclarecer
la importancia del uso como criterio para categorizar una
expresión
musical como popular o no: “La ubicación
de un son, un
merengue, un
calipso o una cumbia en uno u otro contexto [folclórico
o popular],
está dado muchas veces simplemente por la función que
en ese
momento está cumpliendo la música y no por una
diferenciación
real de su modo de interpretación”.
Según esto,
el uso que hoy se hace de la música vallenata confiere
unos
atributos que la hace categorizar como música
popular
independientemente
de su pertinencia étnica, su vinculación a
una
tradición o
su sustrato campesino, cada vez más invisibilizado. La
música
vallenata en la actualidad se hace para ser vendida, circula a
través de
los medios y las industrias culturales, es cada vez más
desanclada y
transnacional; surge de prácticas locales como de
sucesivas
apropiaciones, cooptaciones, modificaciones y
resignificaciones
de influencias externas por lo que no conoce de
delimitaciones
locales o nacionales sino más bien lo
contrario, esta
se muestra
receptiva y en constante readecuación (como en caso de
la variedad
de vallenato que se hace en México).
Hoy tenemos
que reconocer un vallenato menos oral,
cuyas
creaciones
no son anónimas, que dejó de ser no institucionalizado
desde que la
industria cultural, los medios, los festivales y las
escuelas de
formación deciden y participan en su producción,
divulgación
y consumo. El vallenato actual es más urbano, masivo,
ligero, comercializable e híbrido aunque siga ligado a la tradición.
Por esta
razón, el debate sobre la necesidad de “defender el folclor”
debe ser
superado porque esta expresión es
música popular
tradicional
y como tal está sujeta a circunstancias ajenas al territorio
en el que
nacieron y se inscribe en un universo pragmático amplio
que lo
resemantiza.
Ahora bien,
el vallenato es popular porque como lo
precisa García
Canclini
(2007) “lo popular no es el resultado de
las tradiciones, ni
de la
personalidad "espiritual" de cada pueblo, ni se define por su
carácter
manual, artesanal, oral, en suma premoderno”
sino que “se
constituye a
partir de los medios electrónicos, no es resultado de las
diferencias
locales sino de la acción homogeneizadora de la industria
cultural”.
Tales asertos de Canclini se fundamentan en el enfoque
gramsciano
que surge como respuesta ante la
caducidad de las
concepciones
esencialistas de la cultura popular. El enfoque sostiene
que lo popular no se definiría a por su origen o
sus tradiciones, sino
por su
posición, la que construye frente a lo hegemónico.
Pero su
carácter actual masivo y mediático no hace que el vallenato
pierda su
condición de tradicional. Pero Raymond Williams (Citado por
DÍAZ,
Claudio) expresa que la tradición no constituye una esencia ni
una
continuidad evidente con el pasado, sino más bien una
construcción
discursiva cuya función consiste en
legitimar aspectos
estéticos,
ideológicos, éticos dominantes en el presente”. (lo que se
llama tradición selectiva que tuvo en auge desde los
50´s). El
investigador
musical cubano Olavo Alén Rodríguez (2004) explica que
para que una
música sea tradicional debe ser “una abstracción que
surge
después que existe una actividad concreta, producto de
expresiones
desarrolladas históricamente”. El contenido musical
puede o no
lograr interpelar a otros estableciendo
así una
comunicación
estética. Esta manifestación musical en la medida en
que es
aprobada por la comunidad en donde se creó genera un
código de
comunicación estética: “Dado que este sistema de
comunicación une, enlaza o estrecha aún más los lazos de intereses
entre dos o
más individuos, podemos encontrar en esta unión la
importancia
de aquellas manifestaciones que alcanza la categoría de
tradicionales”
(P.4)
En la música
vemos constantemente como evolucionan o
cambian
instrumentos,
estilos, modos de hacer, pero permanecen algunos
básicos,
anteriores, como elementos tradicionales,
aún pasados de
moda, en
ambientes donde la tradición se
asienta. Este proceso
también
es valorativo, perdurable, medular. Cuando no conserva
ningún
elemento antecedente se desarraiga hasta desconocerse. El
hilo
conductor, el elemento identificativo estable es el que da vida y
razón de
ser. Los elementos mutables, innovadores,
pueden llegar a
ser
estables, o bien, desaparecer por
carecer de los valores que le
hubieran asegurado su permanencia. Otro factor
importante será la
re-valoración
de los elementos tradicionales que al retornar su uso
se
enriquecen con algunos aportes
asimilados en el trayecto que han
recorrido.
También
habría de entender que el mismo concepto de tradición está
sujeto a la
dimensión temporal que le confiere carácter mutable.
Alén
Rodríguez (P.3) sostiene que las
tradiciones son formas de
proyectarse
el hombre, que por su fuerza de arraigo en la sociedad
son capaces
de rebasar en tiempo el valor de uso por el cual fueron
concebidas;
“llegan así a alcanzar una nueva dimensión al transcurrir
la época que
las engendró y son entonces aceptadas
en sí mismas
por las
nuevas generaciones, quienes ya no tienen en cuenta su
antaño valor
de uso sino su actual valor
cultural”.
Una canción
vallenata pudo haber sido compuesta por un vaquero
(canto de
vaquería) como forma de animar sus faenas de corral pero
luego ser
incorporada al repertorio masivo de la música popular
desvinculándose
de su uso originario. Que los nuevos
consumidores
de música
vallenata evidencien nuevas sensibilidades y estéticas,
sean más
tolerantes a las fusiones y ecualizaciones y su gusto sea
transgenérico
no lo desliga de una tradición musical que heredaron
de las
generaciones adultas, el vallenato según esto es tanto
tradicional
como popular.
Que el vallenato contemporáneo sea una
expresión pletórica de
hibridismos,
mayor heterogeneidad rítmica, tímbrica y
organológica
no evita que
siga siendo tradicional. En estas nuevas propuestas se
articulan
las nuevas generaciones, las sonoridades
de los nuevos
tiempos con la herencia musical pues la tradición une no sólo a
diferentes
individuos de una misma colectividad,
sino también a
individuos
de diversas generaciones. Ella une a individuos que si bien
se
corresponden en áreas geográficas, no coinciden en época de aquí
también su
importancia histórica como elemento aglutinador, que
rompe las
barreras de las épocas, para formar grupos a partir de
entidades
específicas- por ejemplo nacionales o culturales- llegando
así a formar
parte de la conciencia social de la población.
El vallenato
contemporáneo se hace música popular y a la vez
tradicional
en la medida en que lo nuevo no constituye una ruptura
sin hilo de
continuidad con lo viejo. Una de las características de las
músicas
contemporáneas es su recurrencia al revival (reencauche se
suele decir
en el argot vallenato) como forma de ligar los nuevos
sonidos (la
nueva información musical) a lo ya naturalizado y
aceptado por
la tradición. Por lo general cada
producción musical
vallenata toma canciones viejas y las somete a nuevos
arreglos,
retoma
arreglos o estilos que ya una vez rindieron réditos en el gusto
popular. En un concierto escuchamos fragmentos
extragenéricos y
otros de
fusión pero luego se recurre al ritmo característico del paseo,
son,
merengue o puya para conectar el perfomance con lo ya
reconocido y
legitimado como auténtico y tradicional. El musicólogo
Alén
Rodríguez lo resume cuando expresa: “el tomar como punto de
partida las
asociaciones con algo conocido es una de las formas más
eficaces de comprender los elementos nuevos que pueden
aparecer
vinculados a
él” (P.5).
Atrincherarse
a ultranza para una deleznable
defensa, rescate y la
conservación de supuestas manifestaciones musicales
folclóricas,
puras,
símbolos inequívocos de nuestras identidades
regionales le ha
impedido a
muchos investigadores de la música tradicional costeña
entender la
pluralidad y la heterogeneidad de
las producciones
culturales,
así como la diversidad de formas en que la población
participa y
resignifica la misma pluralidad de las expresiones
culturales.
Comenzar a analizar la música vallenata desde su
dimensión
como música popular tradicional más que como
manifestación
folclórica de seguro permitirá menos sesgos reductores
y más
lecturas holísticas sobre la manera cómo nuestra música se ha
insertado en
la identidad nacional y hasta internacional lo que es
entender el
vallenato como proceso más que como producto.
Jamul casino and sportsbook app | JTG Hub
ResponderEliminarJamul Casino 삼척 출장마사지 and sportsbook app is 구미 출장안마 powered by the Jamul Group Limited, which is part of the Jamul Group Limited. 진주 출장마사지 Its product offering includes 경기도 출장마사지 slots, table 사천 출장샵 games,